Un taller de encuadernación barojiano




“Llamó a un piso bajo, en una puertecilla, y pasó a la encuadernación. 
Era un cuartucho con dos rejas a la calle, por las cuales entraba en aquel instante la luz del anochecer. Cerca de una ventana, Mesoda, la mujer de  Jacob, cosía las hojas de un libro. En medio había una mesa grande, iluminada con dos bombillas eléctricas, y sobre la mesa, una niña doblaba unos pliegos impresos. El viejo judío, padre de Jacob, pegaba en el lomo de unos libros tiras de papel, que antes embadurnaba con engrudo. A un lado de la mesa, en la zona de sombra, entre una prensa y una guillotina de cortar papel, andaba Jacob colocando pilas de libros sin cubierta aún.
En la pared, de un ancho listón de madera con escarpias, colgaban tijeras, punzones, compases, escuadras, reglas y otros instrumentos del oficio”.

Pío Baroja 
Aurora roja, Madrid, Cátedra, 2011, pp. 308-309.