“Arañadas tapas
de un verde ajado, como de un terciopelo muchas veces expuesto a la luz.
Tapas del color
del tabaco. Y del de los corales de las islas Filipinas.
Tapas del color
de la luz del atardecer en Nueva Inglaterra –mis otros veranos–.
Tapas con olor a
cobalto, a moho dulce, a gusanos de seda, a madreselva, a coñac, a tierra
mojada.
Tapas estampadas
con dos líneas en oro desvaído, en azul Prusia, en blanco sucio de nieve.
Los libros de
tapas de cartón forradas con telas y libros de tapas flexibles para los días de
tren o playa.
Libros en
miniatura (los poemas de Verlaine) y libros gigantescos (algunas novelas de
Balzac).
Libros que
podrían sujetar un edificio entero (por lo que dicen y cómo lo dicen).
Ningún libro
malo entre tantos libros”.
Mary Ann Clark Bremer
Una biblioteca de verano
(Periférica, Cáceres, 2012, p. 32)
No hay comentarios:
Publicar un comentario