“Hacer libros. Una dicha equivalente a los amores de la
adolescencia, en las tardes de campo, a la lírica estrellación de las noches de
verano. Hacer libros… Si yo me quedara pobre del todo alguna vez, sería –con mi
misma alma, claro está– rejente de imprenta con baño, o contador de papel
blanco, o encuadernador. Así podría soñar hasta con las manos, todo el día, en
un taller que tuviera grandes ventanas al cielo y mucho papel blanco y letras
latinas… Sobre todo letras latinas. Esas ‘erres’, esas ‘os’, esas ‘jes’
maravillosas… sobre el papel blanco, blanco… ¡Trabajo dulce, cotidiano!”
Juan Ramón Jiménez
Foto de Bernard Hoffman (1941).